Navaconcejo está rodeado de naturaleza. Por un lado la naturaleza humana de los campos de cerezos que cubren las laderas de la sierra y por otro de la naturaleza más pura que rodea el río y las gargantas cercanas.
Un tesoro cercano que concentra, en algo menos de un kilómetro de longitud, cascadas idílicas, como velos blancos de agua sobre las rocas graníticas casi verticales, y un entorno envolvente de robles rebollos, castaños, fresnos, alisos y almeces que nos harán sentir en el paraíso, como se conoce a la poza más famosa de la Garganta. El paseo junto a ellas está bien señalizado, adaptado e integrado, y si bien tiene notable desnivel y el firme es irregular, las paradas para admirar las cascadas sirven para recuperar el aliento que nos quitará la siguiente.
En Navaconcejo, desde la carretera nacional cruzar el Puente Viejo y tomar hacia la derecha la Avda. Virgen del Pilar, junto al río Jerte. Tras pasar junto al parque cruzamos un puente sobre la propia Garganta de las Nogaleas, y entre paneles de interpretación del sendero SL-CC 33 y del Descenso de Barranco giramos a la izquierda siguiendo las marcas del sendero, blancas y verdes. Entre escalones de piedra y madera, con barandillas en los tramos más expuestos vamos asomándonos a cada cascada con la curiosidad de encontrar la más bella.
Una vez en la carretera asfaltada de IRYDA tienen 2 opciones: Continuar ascendiendo entre pasarelas de hierro sobre las aguas y así poder ver las últimas cascadas; o regresar descendiendo, ya pausado, entre campos de cerezos.